LA NUEVA ASOCIACIÓN LASALLISTA: DINAMISMOS
En nuestro presente, sigue activo el dinamismo de vida que hemos visto en los orígenes. Dios sigue iluminando los corazones de los que El ha elegido para anunciar su Palabra a los niños, y esta luz nos asocia para la misión educativa. El conjunto de los educadores lasallistas somos hoy signo en el mundo de la presencia salvadora de Dios. Es la misma alianza significada en el arco iris bíblico y recreada hoy por este don del Espíritu que es el carisma lasallista.
El carisma no se nos da para que nos integremos en una estructura u organización, sino para que entremos en un proceso de comunión para la misión. Las estructuras, las organizaciones, las instituciones, surgen en este proceso para hacerlo eficaz y darle continuidad. A cada uno le es concedido el carisma en la medida que el propio Espíritu quiere, junto a otros dones, y también en la medida que cada uno quiere asumirlo. De esta forma surgen las diversas vocaciones lasallistas. Cada uno, sin compararse con los demás, deberá dar cuenta de sus propios dones y vivirlos complementariamente con todos los que comparten la misma misión, y al servicio del conjunto y de la finalidad común.
- LOS CAMINOS QUE SUGIERE EL 43º CAPÍTULO GENERAL
Las orientaciones y decisiones del último Capítulo General relativas a la colaboración y a la Asociación, en adelante deben fundamentar nuestra reflexión y nuestra acción.
El Instituto de los Hermanos de las Escuelas Cristianas: es la primera forma de Asociación querida por La Salle, y los Hermanos deben interrogarse permanentemente sobre la manera como están asociados entre ellos, por voto, para la misión. Pero el desarrollo de la misión lasallista requiere que el Instituto se deje provocar por los dinamismos que se manifiestan hoy tanto entre los colaboradores como entre los asociados y anime y apoye el compartir entre colaboradores y con los Hermanos, con la finalidad de que cada uno pueda profundizar su propia comprensión de la Asociación.
Los colaboradores (“partenaires”): de hecho son los que comparten nuestra misión en sus múltiples expresiones profesionales, educativas, catequéticas, apostólicas... Ellos hacen posible que la misión pueda realizarse.
Los asociados/as: hay varias modalidades posibles de Asociación. Unas conciernen a las personas, otras a los grupos.
Hay colaboradores que han recorrido un largo camino de colaboración en la misión lasallista y que sienten una llamada a profundizar el carisma, la espiritualidad y la comunión lasallista. Viven o quieren vivir un determinado número de características lasallistas:
- una vocación referida al carisma de La Salle.
- una vida de fe que descubre a Dios en la realidad, a la luz de la Escritura.
- una experiencia de comunidad vivida de diversas mane ras y según la identidad de cada uno;
- una misión asociada al servicio educativo de los pobres y que implica una cierta estabilidad;
- una apertura universal que transciende la persona y su realidad local.
Los grupos intencionales: son grupos en los cuales las personas, respondiendo a una llamada interior, se asocian voluntariamente para vivir algunas características lasallistas según modalidades y duración variables. Para que haya grupo lasallista intencional se requieren tres condiciones: que algunas características lasallistas sean claramente identificables; que el compromiso por los jóvenes y los pobres sea preciso; que el Hermano Visitador y su Consejo les haya autentificado mediante un acto oficial y por una duración determinada.
Unos grupos gozan de autonomía respecto al Instituto de los Hermanos, como los Institutos de las Hermanas Guadalupanas de La Salle y las Hermanas lasallistas del Vietnam. Otros están en relación orgánica con el Instituto de los Hermanos como los Signum Fidei y la Tercera Orden Lasallista. Otros grupos intencionales podrían crearse, por ejemplo a partir de jóvenes Iasalianos, voluntarios Iasalianos, comunidades lasallistas, equipos Iasalianos, etc.
En los Distritos, los Hermanos y sus asociados crean allí donde no existen, o desarrollan una estructura encargada de la misión educativa lasallista en la cual todos participan con voz y voto. Los criterios de participación de los Hermanos y de sus asociados en esta estructura serán determinados por los Capítulos o por el Visitador y su Consejo en diálogo con los Asociados.
Se ha creado Un “Consejo permanente de Hermanos y colaboradores” para la misión lasallista y una “Asamblea internacional para la misión educativa lasallista”.
La ASAMBLEA INTERNACIONAL 2006 (“AI-2006”): “ASOCIADOS PARA LA MISIÓN LASALLISTA”, representa al conjunto de personas y grupos que comparten la misión educativa desde el mismo carisma lasallista. Ha de ser un ámbito de interpretación fiel del carisma lasallista: por la participación de experiencias, por el discernimiento de las mismas, por el descubrimiento de las nuevas necesidades… Y también ha de ser un ámbito de creatividad para sugerir nuevos caminos, nuevas respuestas a los problemas de hoy. Tiene los objetivos de:
- buscar y proponer respuestas a las nuevas necesidades de la misión lasallista,
- compartir las experiencias de asociación, analizar y evaluar la puesta en marcha del proceso de asociación para la misión;
- presentar pistas de acción al próximo Capítulo General respecto de las dos realidades anteriores.
Las Asambleas regionales trabajarán en torno a Asociación, Misión Educativa y Estructuras de organización. La Asamblea Internacional explorará el sentido y los conceptos de Misión y Asociación. Y revisará- evaluará la puesta en práctica de las propuestas importantes del Capítulo General del 2000,
En la preparación del 44º Capítulo General (2007), se tendrá en cuenta la reflexión y las conclusiones de la AI-2006, Pero más allá de su relación específica con el Capítulo General de los Hermanos, la AI-2006 es una estructura de discernimiento y de comunión para el conjunto de personas y grupos lasallistas reunidos en torno a la Misión educativa lasallista. Es una respuesta a esta realidad nueva lasallista en el contexto de la Iglesia actual, Iglesia que quiere situarse en el mundo como una Comunión para la Misión.
¿Cuáles son los principales dinamismos que pueden impulsar y favorecer estos procesos?
1. LA COMUNIÓN PARA LA MISIÓN
La trama que da vida al relato lasallista y lo regenera (también su fundamento teológico-eclesiológico) es la comunión para la misión, la asociación para el servicio educativo de los pobres. El resultado de esta comunión para la misión es una comunidad ministerial, lo que en términos lasallistas se conoce como Asociación.
La Asociación lasallista en los orígenes pone en marcha tres dinamismos, dirigidos a formar los tres pilares del proyecto lasallista según el carisma fundacional:
- un estilo de educador: un hombre que vive desde el interior (desde el espíritu), en la presencia de Dios; que se siente profesional, responsable y mediador en el proceso educativo, incluso ministro de Jesucristo y de la Iglesia; que se dedica en cuerpo y alma a la tarea educativa y entiende la relación con el alumno como una relación fraterna;
- un estilo de comunidad educadora: fundamento y garante del proyecto educativo, educadora de los educadores que la componen, y signo de fraternidad cristiana por las relaciones que se crean entre sus miembros;
- un estilo de obra educativa: hecha a la medida del pobre; con una pedagogía personalizada y de calidad, y que eduque cristianamente (el proyecto educativo según el carisma lasallista).
- la identidad del educador se desarrolla desde las posibilidades que le ofrece la comunidad educadora, y a su vez condiciona a ésta;
- educadores y comunidad educadora determinan el estilo de la obra educativa, y a su vez encuentran en ésta la motivación del propio dinamismo que los transforma.
Este itinerario se ofrece a todas las personas que colaboran en la realización de las obras educativas lasallistas. Consiste en un proceso de comunión para la misión, en cuyo interior se desarrolla el itinerario vocacional de cada educador. El proceso de comunión no se limita a promover la relación entre los agentes del proyecto lasallista; es necesario que, al mismo tiempo, promueva la participación en el carisma común lasallista. La asociación no es posible al margen de dicho proceso, sino que es su fruto más consistente.
El resultado natural del proceso es la integración de las personas en las comunidades locales en sus diferentes niveles: la comunidad educativa, la comunidad de fe. A un nivel más universal podríamos hablar de una familia espiritual lasallista.
No hay que olvidar que se trata de un proceso largo y complejo pues se refiere a la entrada en un itinerario de vida que implica, por tanto, la transformación de la persona; es también la entrada en un sistema nuevo de relaciones interpersonales y en una herencia histórica que ofrece motivaciones y requiere tiempo de formación.
1.1 El itinerario vocacional del educador
El itinerario formativo promueve la dimensión vocacional y comunitaria en la identidad del educador que le lleve a descubrir un sentido más profundo al trabajo educativo, incluso a la tarea pastoral:
- descubrir las necesidades de los alumnos como llamada, verse a sí mismo como mediador en la solución de esas necesidades, y desarrollar las actitudes en función de los otros: a vivir la educación como ministerio, lugar de encuentro con Dios, desde un compromiso estable.
- sentirse urgido a asociarse con los otros educadores para dar mejor respuesta; afrontar el reto de construir la comunidad, más allá del equipo de trabajo. Este paso le introduce ya en la Asociación.
A todo educador se le plantea el reto de estructurar su identidad a partir de los valores vocacionales, el hacer de éstos la perspectiva de su "quehacer", su "saber", su "ser". Sólo en la medida en que acepta este reto y se pone a caminar en la dirección que ellos le señalan (las necesidades de sus alumnos), podremos hablar de un auténtico educador, y no sólo de un profesional o un trabajador de la enseñanza. Este reto planteado mueve al educador a situarse en un "itinera¬rio".
Estamos hablando de una conversión (=transformación), de un proceso al que deben someterse, tanto el que empieza a descubrir su vocación de educador, como el que lleva muchos años viviendo esa vocación: el proceso no se termina, porque las necesidades van cambiando y piden nuevas respuestas. Un proceso en círculos concéntricos: descubrir al "otro" como llamada (vocación) - reunirnos para dar respuesta (comunidad proyecto educativo) - identidad (Proyecto Vital del educador).
1.2 Un proceso de comunión para la misión
Consiste en una continua creación de lazos entre las personas, el conjunto de educadores, Hermanos y Seglares, en un proceso animado por el carisma lasallista. Nuestro objetivo final es el cumplimiento de la misión educativa; pero nuestra atención no se centra sobre su organización, sobre la realización de tareas o el reparto de funciones, sino sobre los lazos que unen a los diversos agentes de la misión y la valoración mutua. Esos lazos proporcionan a los agentes la experiencia de lo que han de lograr en la misión, y los constituye a ellos mismos en signo para los destinatarios de la misión.
Esos lazos son también los que fomentan en los agentes la responsabilidad compartida y el compromiso mutuo hasta llegar a la asociación al servicio de la misión. Así dan vida a la comunidad educativa; desarrollan la comunión en la fe hasta hacer surgir la comunidad cristiana; finalmente, reúnen en torno a la obra de Dios, estimulan el compromiso mutuo y la experiencia de compartir el ministerio; conducen a la formación de la comunidad ministerial que se hace responsable de dar vida a la obra educativa desde el carisma lasallista.
El proceso de comunión para la misión se despliega en tres niveles básicos, según el tipo de lazos que promueve:
- Lazos de corresponsabilidad: Son lazos producidos en la colaboración, es decir, en el trabajo compartido. Se orientan a construir la comunidad educadora, y hacer de ella un lugar de amistad, diálogo, comunicación e integración. Corresponsabilidad es la actitud de querer dar respuesta juntos, en dependencia unos de otros, o mejor aún, en solidaridad. No se trata, pues, de una simple camaradería, sino que tiene como objetivo el llevar adelante, juntos, el proyecto común de la misión.
- Lazos de "comunión en la fe": imprescindibles para poder desarrollar un proyecto de evangelización, su meta es la creación de la comunidad de fe. El proceso promueve una progresiva sintonía de los educadores con el proceso evangelizador que desarrolla el proyecto educativo.
La espiritualidad lasallista ayudará a descubrir la acción educativa a la luz de la fe: a descubrir aquélla como "lugar teológico", en el que Dios se le revela y lo llama a través de las necesidades de sus discípulos y en las cuales le ha de dar respuesta. Llamada y respuesta están situadas en un contexto comunitario.
- Lazos de ministerialidad: El educador traspasa un nuevo umbral en el camino de la fe, que le lleva a vivir "ministerialmente", es decir, a vivir, desde todos los ángulos de la vida, con una misión que cumplir, de cara a Dios y a la Iglesia. Y a vivir, por tanto, con una responsabilidad, como quien ha de dar cuentas a Dios y a la Iglesia, que le han confiado esta misión. No es una responsabilidad solitaria, sino descubierta y compartida en grupo. Cada uno se compromete con los otros y se apoya en ellos.
El proceso de comunión se hace, a partir de aquí, muy intenso, por las consecuencias que trae consigo el ser "comunidad ministerial", que se constituye en garantía de la misión, o más exactamente, del proyecto educativo evangelizador que se esté fundamentando en ella, ya sea la escuela u otro ámbito.
Lo que era antes la comunidad de los Hermanos para la escuela lasallista, lo ha de ser ahora la comunidad lasallista, como mediadora de la Iglesia en la evangelización que realiza con los jóvenes; la comunidad es el signo de que el Reino de Dios se hace presente en ese ámbito.
1.3 El proyecto educativo lasallista
El tercer objetivo, que no es el tercero en importancia, se refiere a la finalidad de la Asociación. Aquí encontraremos los frutos por los cuales reconoceremos la realidad y fiabilidad de la Asociación que se está produciendo.
El proyecto educativo es el lugar de encuentro de los diversos actores de la Asociación lasallista. Es el resultado del itinerario vocacional de cada uno de ellos, y el proceso de comunión que se dé entre ellos. Pero es también la fuente de la que se alimenta y motiva el itinerario vocacional y el proceso de comunión.
Cuando el dinamismo de la Asociación está actuando sobre el proyecto educativo se nota en que:
- el proyecto es una obra de equipo, donde todos los educadores se sienten solidarios;
- está centrado en las personas de los alumnos y sus necesidades, antes que en los programas académicos o los contenidos de las materias de aprendizaje;
- señala una preferencia clara hacia los más pobres y abandonados;
- desarrolla la creatividad en la búsqueda de nuevas respuestas educativas en favor de los pobres;
- se propone lograr un estilo comunitario y fraterno en las relaciones entre educadores, entre alumnos, entre unos y otros;
- se esfuerza en ser proyecto evangélico y acompañar el proceso de descubrimiento y vivencia de la fe;
- tiene como referencia clara la visión pedagógica y la doctrina de san Juan Bautista de La Salle.
Cada lasallista, persona o grupo, puede vivir a fondo el carisma lasallista y el proyecto impulsado por éste, sin necesidad de asociarse formalmente. Quienes hacen esto último, ya sea como Hermano, Hermana, Seglar, Sacerdote, se ofrecen a sí mismos como garantía para que el carisma lasallista pueda ser reconocido, transmitido y continuado. Su ofrenda no les separa de los demás; simplemente les constituye en signos entre los demás lasallistas. El ejemplo lo encontramos en aquellos doce Hermanos que en 1694 hicieron con Juan Bautista de La Salle un gesto formal de asociación: no se separaron de los demás Hermanos que en aquel momento no habían hecho el compromiso formal, ni tampoco formaron grupo aparte. Pero su gesto de compromiso sirvió de signo para todo el grupo que formaba la “Sociedad de las Escuelas Cristianas”. Es importante que sigamos viendo los compromisos formales de asociación como un don de Dios para toda la Familia lasallista.
2.1. El compromiso como opción de vida: umbral para la nueva asociación lasallista
No es lo mismo “formarse” e incluso colmar de sentido lo que se está haciendo, que comprometerse vitalmente con la Asociación lasallista. Lo primero corresponde al objetivo general de la formación en el contexto de la misión compartida. Lo segundo es una opción vocacional, y sólo puede esperarse de una proporción más bien reducida.
La primera Asociación lasallista surgió de aquel compromiso sellado en el Acta de Asociación de 1694. El umbral que nos introduce en la nueva Asociación lasallista consiste también en el compromiso señalado con un signo, pues no hay Asociación sin compromiso externo entre los asociados.
La motivación
Lo mismo que en el origen de la Asociación lasallista, la nueva Asociación tiene como motivación y núcleo originante las necesidades educativas de los niños y jóvenes “alejados de la salvación” y la voluntad de dar respuesta a esta llamada, que se percibe al mismo tiempo como llamada de Dios. El compromiso está dentro de un itinerario caracterizado como un proceso de relación en tres dimensiones: Dios, la comunidad, los niños. Cada uno entra en el itinerario a través de una u otra de las tres dimensiones; pero, ya dentro, el motor y la motivación que empuja el proceso es la llamada de los niños y jóvenes abandonados, la voluntad de dar respuesta a esa llamada. Esa es la finalidad que configura las otras dos dimensiones, la que justifica la existencia y el proceso de Asociación.
Compromiso estable y radical
La continuidad del proyecto, especialmente en su dimensión de universalidad, necesita estabilidad, es decir, personas que den prioridad a asegurar con su presencia el mantenimiento del proyecto por encima de sus intereses inmediatos particulares. Y la fidelidad del proyecto a sus objetivos iniciales y a sus destinatarios preferidos necesita a los “profetas’ es decir, personas que asumen una cierta radicalidad para vigilar esa fidelidad. El compromiso que cumple con esas dos características —estabilidad y radicalidad— en un cierto grado, es el que permite a la “Asociación” cumplir con su finalidad.
Dentro de un itinerario
El gesto del compromiso no se hace de un día para otro. Debe ser discernido, debe estar situado en un itinerario en el que la persona va descubriendo la dirección que quiere dar a su vida y lo que Dios le pide. Debe ser hecho desde el conocimiento de las propias capacidades y de lo que implica el compromiso. Y aun así, tiene riesgos que hay que asumir. El proceso de comunión para la misión, al que aludíamos anteriormente, es el que prepara este compromiso de Asociación, y sin ese proceso no se podrá llegar a este umbral.
El compromiso con la Asociación no debe realizarse antes de haber logrado una cierta síntesis armónica de estos cuatro componentes: comunión, carisma lasallista, compromiso, misión.
El signo
La Asociación se constituye a partir de signos de solidaridad e interdependencia. Es necesario expresar el compromiso con signos acordados en los que se concreta el alcance del compromiso. Necesitamos apoyarnos unos en otros, y necesitamos saber en quién podemos apoyarnos, con quién contamos y hasta qué punto.
El compromiso al que se refiere la Asociación es con las personas (los otros miembros de la Asociación) antes que con las obras. El compromiso no se refiere primariamente aquí al trabajo-tarea; no consiste en hacer más cosas. Se refiere explícitamente a la comunidad lasa//ana en sus diversos niveles. Se traduce en relación, en compartir, en comunión. Y finalmente se manifiesta en pertenencia. Es un lazo que hace solidarias a las personas, y por tanto, dependientes unas de otras. Ya no es sólo “participar en” sino “pertenecer a’ “depender de’ o mejor aún: “ser interdependiente’ y esto es lo que crea la Asociación. El signo con el que cada uno se compromete tiende a hacer más visible el signo de la comunidad, del mismo modo que el objetivo inmediato de la Asociación es constituir la “comunidad-signo”.
En consecuencia, a todo compromiso de Asociación debe seguir—y frecuentemente preceder—la integración activa con los otros asociados en las estructuras comunitarias correspondientes, tanto a nivel local como supralocal.
2.2 La entrada en el dinamismo de la asociación: desde lo concreto y cercano
La participación en los proyectos concretos y en las comunidades lasallistas locales es paso obligado para descubrir la Asociación lasallista y para un posible compromiso con ella. Lo mismo que en los orígenes, la Asociación lasallista hoy sólo puede surgir del itinerario recorrido en comunidad para dar respuesta a las necesidades educativas de los pobres. En ese itinerario se descubren los componentes esenciales en el compromiso de asociación y aparecerán también las fórmulas que parezcan más apropiadas según los lugares y las personas.
Descubrir la misión desde la participación en proyectos concretos
La participación real en algún proyecto educativo es esencial para llegar a captar la importancia de la misión lasallista y sentirse llamado a comprometerse con la Asociación para la misión, no sólo como simple ejecutor sino asumiendo responsabilidades y discerniendo en comunidad. Por todo ello, es muy conveniente proponer a los grupos y comunidades que se han incorporado al proceso de la misión compartida la implicación en proyectos educativos que sean significativos, al servicio de los pobres. En este proceso de descubrimiento, que es necesario impulsar y acompañar, se suscita la actitud de disponibilidad que, para algunas personas, desembocará en el compromiso de asociación.
Descubrir la Asociación desde la participación en las comunidades locales
En torno a un proyecto o a varios próximos se forma la comunidad lasallista (una comunión de comunidades) en la que participan grupos de asociados lasallistas, cada grupo con su identidad específica. En la relación y convivencia con los ya asociados, otros colaboradores pueden descubrir este segundo componente esencial del compromiso de asociación: la comunión y solidaridad con los demás miembros de la Comunidad lasallista, antes que con las obras concretas.
Por ello la formación de la comunidad local (en diversos niveles) es un objetivo prioritario para la Asociación lasallista, pues ella es el signo que revela el sentido del proyecto educativo -garantía de eficacia ante el presente y de esperanza ante el futuro-, además de ser el lugar donde nace y renace la Asociación.
Ningún nivel de comunidad requiere el compromiso de asociación para participar, incluso cuando los participantes hayan asumido de manera más o menos decidida la vivencia de la espiritualidad lasallista, como sería el caso de una “comunidad cristiana lasallista”. Pero, de manera diferente y en grado diverso, son plataformas de lanzamiento para el compromiso con la Asociación.
Descubrir la actualidad del carisma lasallista
El compromiso de asociación se refiere a encarnar el carisma lasallista en la Iglesia de hoy para dar respuesta con proyectos concretos a las urgencias que descubrimos en las necesidades educativas de los niños y jóvenes más afectados por la pobreza en nuestro mundo.
Para llegar a asumir el tercer componente esencial del compromiso de asociación es necesario implicarse comunitariamente en la dinámica de lectura y descubrimiento de las necesidades de los jóvenes y en la planificación, también comunitaria, de las respuestas; cuando es a partir de proyectos educativos que ya están en marcha, los miembros asociados asumen el papel profético correspondiente.
En la actualidad la mayor parte de los proyectos lasallistas existentes -escuelas en su mayoría- son iniciativa y gerencia del Instituto FSC; en ellos pueden participar otros asociados, además de otros muchos educadores, compañeros en la misión. Esta situación “de hecho” tiene el riesgo de provocar una mentalidad (que puede darse en los Seglares como en los Hermanos) en la que “asociarse” equivale a un compromiso para mantener las obras del Instituto FSC. La confusión tenderá a disminuir en la medida en que otros grupos o instituciones lasallistas pongan en marcha proyectos propios en los que participen, entre otros, los Hermanos.
Mientras, habrá que ser muy claros en el mensaje: el objetivo de la Asociación lasallista no es mantener los proyectos y obras existentes, sino encarnar el carisma lasallista en la Iglesia y el mundo de hoy.
2.3 El compromiso sitúa a la persona en una dinámica de superación
El compromiso de asociación puede adoptar diversas formas. Todas ellas presentan como común denominador la voluntad de encarnar el carisma lasallista hoy, en la comunión con otros lasallistas/as, para beneficio de la educación cristiana de la juventud, preferentemente los niños y jóvenes pobres, y ello, además, con una relativa estabilidad.
En cualquiera de sus formas, el compromiso de asociación es un salto, sea pequeño o grande, porque hay un cambio de nivel; es el paso de lo concreto y particular a lo universal. No es una evasión de la realidad pues el salto tiene su retorno, para descubrir luego la dimensión universal en lo concreto y particular.
El compromiso implica la superación de lo inmediato, porque la persona se ha sentido partícipe del Plan de Dios, se ha descubierto a sí misma como instrumento, y con esa perspectiva global retoma el proyecto particular porque con él cumple, aquí y ahora, la misión recibida de Dios.
El compromiso de asociación implica también la superación de los lazos característicos de la comunidad inmediata en función de un horizonte más amplio, el de la comunión para la misión lasallista; en esta comunión entran otras personas a las que no hemos elegido, pero con las que nos sentimos convocados para la misión lasallista.
Finalmente, el compromiso de asociación implica la superación de la estrategia con la que analizamos y buscamos respuestas a la situación de necesidad de los niños y jóvenes,, que se enmarca ahora en una espiritualidad desde la cual encontrar y vivir a fondo el sentido de todo lo que hace.
El compromiso es vida: está más allá del signo en el que se expresa y con el que no ha de confundirse. La Asociación necesita los signos para hacerse visible y poder institucionalizarse, sin lo cual no tendría continuidad. Pero dentro de la Asociación no todos necesitan expresar su compromiso con un signo. Lo que sí es necesario es que todos los asociados vivan el compromiso a la vista. Esto se traduce en una doble dimensión:
- La comunión para la misión se vive con un sentimiento manifiesto de pertenencia y de interdependencia en el nivel inmediato, con un grupo de personas con las que se vive en el “aquí y ahora” la comunión y se comparte y en el nivel universal.
- La disponibilidad de vida para la misión se hace operativa asumiendo un plan en el marco de la institución lasallista y en el del grupo o comunidad local, en relación directa con el tipo de identidad de los asociados y con la orientación carismática lasallista que se quiere dar a esta identidad.
3.1 Los ejes transversales de la asociación
Los dinamismos de la Asociación no se activan solos. Se despiertan y progresan gracias a los “ejes transversales”. Estos son como impulsos que ponen en marcha o reavivan los dinamismos. Son como peldaños de una escalera, gracias a los cuales la Asociación puede ir consiguiendo nuevos niveles. He aquí los más representativos:
- La formación, realizada de forma sistemática y dirigida a las diversas facetas del educador lasallista: pedagógica, espiritual, introducción en el relato lasallista.
- La relación personal y la reflexión compartida de Hermanos con Seglares, de Seglares entre sí.
- La experiencia de la comunión, que debe venir primeramente como testimonio y como oferta para compartir, de las comunidades de Hermanos; y ha de ser alentada luego para ser vivida entre los seglares, en formas apropiadas y diversas.
- La participación en la responsabilidad sobre la misión y en las estructuras de animación.
- La existencia de “profetas”: personas/grupos/proyectos educativos que asumen cierta radicalidad en el compromiso o en el proceso de asociación, o que se comprometen públicamente, como signo para sí mismos y para otros, como una forma de servicio a la colectividad, no como una “élite” que se separa de los demás o va por delante de los demás.
- El estar asociado, en comunión, con personas concretas para la misión, y no simplemente el trabajar en equipo u organizadamente.
- El estar dedicado, desde la gratuidad, a los pobres, y no simplemente a los jóvenes.
- El haber compartido la experiencia y el encuentro de Dios, el sentimiento de estar consagrado como instrumento en la Obra de Dios, el sentido profundo del ministerio, y no simplemente el haber rezado junto a otras personas.
- El sentirse acompañado desde la Asociación en el discernimiento de la vida a la luz del Espíritu; viéndose reflejado en la trama de la narración colectiva lasallista y descubriendo la trama de la propia vida integrada en aquélla.
3.2 Líneas de fuerza
Todos estos dinamismos y procesos están ya aportando unos colores a nuestro relato… Son las líneas de fuerza que el carisma lasallista está promoviendo e intensificando en nuestro proyecto, un camino con muchas opciones :
Un modo de vivir en solidaridad y en fraternidad. Es un dinamismo comunitario que impulsa el desarrollo de las comunidades educativas, alienta comunidades cristianas con el carisma lasallista, y está dando lugar a las nuevas comunidades que reúnen a Hermanos y Seglares, en el nuevo marco de la Iglesia-comunión, en el servicio a la misión lasallista.
Una visión global de la educación, más allá de las formas concretas en que se produce, que contempla el desarrollo integral de la persona y la creación de un mundo solidario, con una especial preocupación por la educación en la justicia.
La escucha comunitaria de las llamadas de los pobres, y desde ellos, de los niños y jóvenes. La opción por los pobres concierne a todos los asociados lasallistas, aunque se manifieste diversamente según los distintos estados de vida. Es un dinamismo que está promoviendo la evaluación de todas las obras educativas para que estén efectivamente al servicio de los pobres.
Una participación solidaria en la responsabilidad de la misión. En todo el mundo lasallista se está produciendo una renovación en las estructuras de animación y se crean otras nuevas en las que se comparte la responsabilidad de la misión entre los Hermanos y los demás asociados: Consejo de la Misión, Asambleas a nivel distrital, regional e internacional...
La disponibilidad para servir a la misión lasallista allí donde ella nos requiera, desde las propias posibilidades y opciones de vida. Esta disponibilidad, que en otros tiempos parecía reservada a los Hermanos, es hoy cada vez más compartida por los seglares lasallistas, especialmente los asociados.
La aceptación de La Salle como maestro de vida, y no sólo como un símbolo que nos reúne o un objeto de devoción. Hermanos y demás asociados se sientan juntos en torno al Fundador para aprender de su itinerario evangélico y para alimentarse de la espiritualidad que él nos propone. Y en esta formación, cada vez más compartida, nos descubrimos unos a otros como colaboradores de Dios en su obra de salvación, y reconocemos los dones específicos de unos y de otros para servir juntos a la misión.
La participación en una cultura universal lasallista, que no se limita a ciertos símbolos comunes, sino que se desarrolla en muchas expresiones de espiritualidad y pedagogía, especialmente; pero, sobre todo, facilita la identificación con los mismos valores y actitudes en orden al desarrollo de la misión. El Capítulo General del 2000, en su Recomendación 9, propone la adopción, por todos los lasallistas, de estos principios orientadores que forman ya parte de la cultura universal lasallista: compartir la fe, el servicio educativo de los pobres, la construcción de la comunidad.
- ¿Cuál es la historia de nuestro Centro Educativo (y Distrito) respecto de la Misión Compartida y la nueva Asociación lasaliana? Señalar los momentos claves: entrada y participación de los seglares en la misión compartida, encuentros entre Hermanos y seglares, cursos de formación lasaliana, puesta en marcha de grupos de seglares, participación de seglares en asambleas distritales, documentos o propuestas de Capítulos de Distrito...
- ¿Qué pasos o etapas podemos distinguir en el itinerario vocacional del educador? ¿Cómo se tienen en cuenta en nuestros procesos formativos de distrito?
- Las experiencias que configuran la identidad lasallista, ¿son suficientemente reconocidas por los que nos decimos “lasallistas”, tanto Hermanos como seglares? ¿En cuáles coincidimos para señalarlas como fundamentales?
- ¿Qué hacemos actualmente en nuestro distrito, en nuestro centro educativo... para ayudar a los educadores a participar en el carisma lasallista? ¿Qué aspectos habría que potenciar?
- ¿Cómo impulsar la experiencia de comunión entre los educadores lasallistas, entre Hermanos y seglares, en nuestro lugar, en nuestro distrito? ¿Qué lazos debemos promover, a partir de lo que ya se ha conseguido?
- Para llevar adelante la Misión Compartida en nuestros Centros y Distrito:
- visión y expectativas
- obstáculos y desafíos
- posibles prioridades